Por un tiempo a veces corto y a veces largo todo parece estar bien, y de improviso surge algo, como una chispa, como agua fría en mi cara.
Puede ser un brillo en los ojos, un gesto, una palabra dicha o escrita, algo que no puedo explicar claramente, algo que surge desde mi interior, algo que me avisa, que me impacta, que me dice “no confíes en tus sentidos”, algo que me sacude, que me saca, que me hace ver todo desde afuera.
Y lo que hacía un segundo estaba bien, cambia abruptamente, mi confianza, mi credulidad, mi entrega, desaparecen, veo todo distinto, mis puertas se cierran y ya no doy más.
Luego, vuelven mi mente y mis sentidos, repaso y uso mis filtros nuevamente y compruebo que no debí confiar, que no debí creer, que mis filtros fallaron, que me abrí, entregué y di cuando no debí hacerlo.
Siempre me pregunto ¿como no me di cuenta? Y no tengo respuesta, solo suposiciones, tal vez quise creer, tal vez necesitaba confiar, tal vez entregarme sea mi naturaleza, tal vez, tal vez.
Por suerte, tengo mi voz que nunca falla.